OLLAS COMUNES, PUEBLO, UNIDAD Y LUCHA



Las "ollas comunes" aparecieron en Chile tras la crisis de 1929. Su uso se retomó durante los años 1980 durante la dictadura de Pinochet cuando se crearon cientos de ollas comunes para enfrentar colectivamente la falta del alimento, la organización política, la autodefensa y la solidaridad entre la clase.
LA reaparición de las "ollas comunes" no solo es un indicador de la pobreza, sino que evidencian algo más profundo, el fracaso, la ineficiencia de un modelo económico basado en la individualidad, el exitismo, la cosificación y la depredación a favor de la acumulación capitalista. Esto los gobiernos de turno, de carácter criminal lo han dejado en evidencia su protección a los grupos empresariales por sobre la seguridad y la vida de los trabajadores, en complicidad con la clase política corrupta, prisioneros muchos de ellos del modelo neoliberal que les ha permitido vivir con comodidades que nunca tuvieron, siempre fueron y serán miserables.
El 18 de mayo una nueva explosión. Esta vez en una comuna que pacientemente espero la cuarentena impuesta y la imposibilidad de salir a buscar el sustento diario, por los medios de comunicación masiva se anunciaba la extensión de las medidas de sanidad para esta zona. Las y los vecinxs no aguantaron más y salieron en masas a la calle, con pancartas, cucharas y sartenes a decirles a los expertos que tenían que actuar como Estado y entregarle las ayudas y la asistencia necesaria. No podían seguir aceptar que en Chile, el país del oasis de L.A. Fallecieran los vecinos en sus casas y no fueran capaces de venir y sepultar como es debido a una persona que pierde la vida en tan complicadas condiciones (por Covid 19).
Pero tampoco el Estado llegaba con soluciones para que no tuvieran que salir a buscar el alimento, es más, se hacía los desentendidos.
El desempleo la pobreza y la cesantía acarrean como consecuencia el hambre la delincuencia las enfermedades mentales. A esa altura las ollas solo estaban llenas de necesidades, impotencia y desesperación.
El pueblo en las calles gritando simplemente: ¡hambre! ¡Tenemos hambre! Fuerzas Especiales llegó a reprimir la protesta, intentando acallar la indignación de los pobladores, pero el mensaje se diseminó por la tierra, en Chile y el exterior, el hambre fue noticia.
Esa noche, el colectivo de arte Delight Lab proyectó en el Edificio Telefónica la dolorosa palabra HAMBRE, haciendo eco de una situación que ya se venía viviendo hace tiempo y que el gobierno no quería admitir y hacerse cargo.
Igual que hace más de 30 años, cuando las ollas comunes se convirtieron en un fenómeno generalizado para combatir el hambre en dictadura, hoy vuelven, aparecen en todo Chile debido al alto número de cesantía que trajo consigo la pandemia y las medidas de cuarentena obligatoria.
Autogestionado, sin partidos políticos tradicionales los jóvenes y viejos en un solo puño, la experiencia de lo vivido mezclada con la audacia y energía juvenil.


Las ollas comunes son un patrimonio del pueblo organizado quienes les responden a clases dominantes, solo la unidad de sus vecinos son capaces de hacerle frente a las nefastas y carentes políticas públicas de carácter asistencial que solo buscan su beneficio propio que es clientelismo a cambio del voto.
Las ollas comunes son la gran bandera de lucha de un pueblo capaz de organizarse por sí solo en momentos adversos, haciendo real la consigna “solo el pueblo ayuda al pueblo”. Son el reflejo más crudo y doloroso de la inmensa brecha de desigualdad y vulnerabilidad social que durante décadas post dictadura militar, ocultadas por los gobiernos seudo-democráticos, y los medios de comunicación de masas, que se encuentran en manos del enemigo. Pero la verdad comienza a salir a la luz sin que puedan disfrazarla.
Ya el pueblo había pasado por la experiencia de la insurrección o levantamiento de masas que comenzó el 18 de octubre, lo que les había permitido poner en práctica la lucha callejera, descubriendo que juntos podemos hacer historia. Que cuando se trabaja codo a codo, se puede hacer lo imposible
Son esos mismos pobladores que se daban cita en las primeras líneas, las que se les podía ver sanitizando, entregando mascarillas construidas de manera artesanal y que buscaban maneras de seguir unidos por que la lucha no había terminado. Y sacaron las recetas, buscaron a sus madres, padres y los antiguos militantes que ya habían vivido esta experiencia, y juntxs se organizaron y distribuyeron tareas, generando la propaganda necesaria para que todo aquel que quisiera fuera parte de esta misión tan noble y humana.
Y la memoria nos recordó a los héroes y heroínas que le dieron la pelea a un enemigo armado hasta los dientes que no solo disparaba, también intento matarnos de hambre. Cientos de "ollas comunes" levantadas en las distintas regiones y diversas comunas, aparecían a lo largo de esta larga y aguerrida franja de tierra, símbolos de solidaridad, unidad y lucha contra el hambre y el abandono de parte del estado.
Mientras el pueblo se sumerge en el flagelo de la cesantía y el Hambre, aplacada heroica y solidariamente por el pueblo que ayuda al pueblo, el estado opresor se las juega por institucionalizar las ollas comunes. El pueblo no necesita permiso ni autorización, menos de quienes han originado el hambre.
Los expertos, al servicio de la clase dominante, han descubierto que la solidaridad se debe institucionalizar, controlar y ponerle las reglas que el Estado Neoliberal sabe hacer.
No habían sido capaces de darse cuenta de que el hambre es un explosivo capaz de volarle el culo a cualquier gobierno, así, este poderosamente armado, es por eso que llaman a los estrategas militares preparados en las escuelas de las Américas, para pasar a desarrollar las “olvidadas” Estrategias de los conflictos de baja identidad (CBI) y que tienen como objetivo; neutralizar y/o aniquilar al movimiento revolucionario.
No podemos olvidar que Piñera está en una guerra y su estrategia dice “La guerra en contra de la insurgencia hay que ganarla primero en el terreno político e ideológico, para validar la acción militar directa”.
Ya su avanzada de lacayos se prestan con sus uniformes y medallas a anunciar que el perraje sus soldados tienen la orden de ir a las poblaciones a hacer entrega de alimentos y recuperar el espacio ganado en la cotidianidad a las agrupaciones de vecinxs que desarrollan la solidaridad.
Una vergüenza más, han hecho todo mal y quieren seguir haciéndolo, el pueblo ya ha tomado un camino y es la desobediencia civil que ira aplicando en su vida daría mientras no se produzcan cambios estructurales y verdaderos.
¡No más Mentiras, no más represión!
¡Contra el hambre y la opresión!,
¡Revolución!
¡Aún tenemos Patria Ciudadanos!
HVOM
DN- FPMR

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